Título: La Titanomaquia.
Autor: Eduardo García.
Año: 2020.
Capítulo: "El dios de las forjas".
Capítulo anterior: "El crimen de Metis".
CAPÍTULO VII
"EL DIOS DE LAS FORJAS"
Después de haber engullido a su amante, Zeus y su propia hermana, la diosa Hera comenzaron su romance, la pareja fue la más poderosa y temida de todo el universo, ambos dioses comparten ciertas características, la más importante de ellas es el poder, Hera es la diosa más poderosa de todo el Olimpo y Zeus es el rey de los dioses olímpicos, al unirse, la diosa Hera quedó embarazada, su hijo parecía estar destinado a ser un dios sinigual al ser el producto de la unión de los dioses más temidos, incluso por el resto de los olímpicos.
Hera esperaba un hijo hermoso y poderoso, pero, después del parto, Hera se horrorizó al ver a su primogénito, parecía más una bestia mundana que un dios olímpico, su bello era abundante en todo su cuerpo, además de tener facciones poco adecuadas para un dios, eran demasiado toscas, la diosa alegó que eso no era su hijo, lo tomó y lo dejó caer desde lo más alto del Olimpo al océano.
Gracias al violento golpe, el dios Hefesto se lisió, permanecería cojo por el resto de su vida, fue rescatado por la océanide Tetis, aquella que fue la madre de la titánide Metis, ella tomó al dios y lo crio como si fuera suyo, ella lo llevó a la isla de Lemnos en donde crecería jugando entre los volcanes aledaños, con la materia volcánica creaba las más poderosas armas de guerra y las joyas más bellas que se hayan visto, tenía, sin lugar a dudas, un talento excepcional, por el cual pasó a ser conocido como el dios de las forjas.
Ya en la edad adulta, Hefesto creó un hermoso trono de oro puro, y decidió regresar al Olimpo para regalárselo a su verdadera madre, cuando Hera vio que su horrible hijo se acercaba, sintió repulsión, pero, cuando vio el espléndido regalo que traía consigo, dejó de lado ese sentimiento inmediatamente, llegó Hefesto con su regalo para la diosa que se sentó en él para probarlo, era cómodo, bello y elegante, digno de una diosa como Hera, pero había una trampa escondida, la diosa pudo sentarse mas no levantarse, solamente Hefesto tenía la potestad de liberar a la diosa.
A cambio de liberar a su madre, Hefesto exigía ser tratado como se debía, si bien no tenía belleza, sí era un dios legítimo, hijo de los dioses más poderosos del Olimpo, su madre y el resto de dioses aceptaron las exigencias del dios de las forjas, por lo que procedió a liberar a Hera quien conservó el hermoso trono, con su habilidad, Hefesto adornó el Monte Olimpo con los más bellos detallados y joyas, los dioses quedaron maravillados con el excelente trabajo que había realizado el nuevo residente de la morada de los dioses.
Hefesto ya había causado demasiado revuelo en el Olimpo, pero lo que prosiguió nadie se lo esperaba, el dios pidió casarse con la diosa de la belleza, Afrodita, todos los dioses estaban sorprendidos por tal pretensión, pero la sorpresa fue aún mayor cuando la diosa del amor aceptó ser la esposa de tan talentoso dios, si bien no era hermoso, al menos sí era increíblemente talentoso y podría fabricarle hermosas joyas y la cuidaría como ningún otro, así pues, se celebró la boda entre los dioses opuestos, la belleza y fealdad.
La belleza de Afrodita era verdaderamente asombrosa, poseía un cuerpo esbelto y completamente simétrico, las curvas de la diosa del amor no tenían igual, cuando el rumor de que había una diosa tan bella llegó a los oídos de los dioses olímpicos, Zeus ordenó que se fuera en su búsqueda, se le encontró en los territorios de la actual isla de Chipre en donde había permanecido después de su nacimiento, producto de la castración de Urano a manos de Cronos, al llegar al Olimpo, Afrodita dejó caer su vestido y quedó completamente desnuda ante los dioses que no podían hacer otra cosa sino admirar la belleza de la hija del dios del cielo, no cabía duda alguna de que aquella era la diosa de la belleza y el amor.
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