Título: La Titanomaquia.
Autor: Eduardo García.
Año: 2020.
Capítulo: "Dios de guerra".
Capítulo anterior: "Un bello mal".
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CAPÍTULO XIV
"DIOS DE GUERRA"
La diosa Hera se encontraba embarazada de Zeus una vez más, la diosa tenía la esperanza de que su hijo fuera hermoso y tremendamente poderoso, incluso, más que su propio padre, que algún podría reemplazar al rey de los olímpicos, esta esperanza se había visto frustrada cuando nació su primogénito, el dios Hefesto que no era precisamente el más agraciado del Olimpo, ni el más fuerte, por lo que siempre levantó un sentimiento de repulsión a su propia madre.
Los deseos de Hera se convirtieron en realidad cuando dio a luz a un bebé hermoso, la diosa estaba satisfecha, no cabía en sí de felicidad, se le dio el nombre de Ares, conforme fue creciendo, sus padres y el resto de los dioses olímpicos se percataron de la difícil personalidad del nuevo dios, siempre estaba invadido por un odio y una ira completamente irracional.
Tenía un comportamiento violento a tal grado que incluso los propios dioses olímpicos le temían, era un ser vil y malvado, nunca estaba satisfecho con el desorden y muertes que causaba a su paso, interfirió para que los hombres comenzaran a matarse entre sí, trajo un sin número de conflictos bélicos, la sangre que se había derramado sobre la tierra simplemente no tenía precedentes, pero el sanguinario dios no estaba satisfecho por los horríficos actos que había hecho cometer a los hombres.
Su madre, la diosa Hera estaba conforme con el comportamiento salvaje de su hijo, era lo que siempre había querido ver en un hijo suyo, la brutalidad de Ares era mal vista hasta por el propio dios del inframundo, al tener esta naturaleza, era prácticamente inevitable que no tuviera problemas con su hermana, la diosa Atenea, que también tenía grandes dotes para la guerra, pero existía una característica que tenía a su favor la hija de Metis, ésta era la sabiduría, mientras Ares usaba la brutalidad para castigar a sus rivales y asesinarlos sanguinariamente, Atenea era capaz de crear las más eficientes estrategias de guerra para conseguir la victoria, sin tener que llegar a tener que hacer uso de la fuerza bruta para conseguirla.
Los pleitos entre ambos dioses eran constantes, Hera, como es de esperarse, siempre estuvo a favor del dios de la guerra, pero no así su padre, Zeus seguía teniendo una predilección por su hija Atenea, lo cual hacía explotar en cólera a su hijo y esposa, desencadenando aún más conflictos entre Ares y la diosa de la sabiduría. Debido a su sed excesiva e insaciable de sangre, Ares no se ganó el respeto o admiración de su padre, sino todo lo contrario, Zeus odiaba a su hijo, lo consideraba como el más detestable de todos los dioses, si no fuera porque era hijo de su esposa, el dios hubiera sido expulsado del Olimpo.
Inmediatamente Ares se ganó una gran popularidad entre los hombres, especialmente por aquellos que compartían la personalidad del dios que les ayudaba a aquellos que le rendían tributo para que se llevaran la victoria en el campo de batalla, para recibir la ayuda del dios, los hombres debían de ser sanguinarios y despiadados con sus rivales, Ares se regocijaba al ver todo el caos y muerte que había traído al mundo, aprovechándose de la maldad humana que para aquel entonces ya era innata entre los hombres, debido a que Pandora los liberó al abrir su caja.
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