Título: La Titanomaquia.
Autor: Eduardo García.
Año: 2020.
Capítulo: "Adúlteros".
Capítulo anterior: "Dios de guerra".
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CAPÍTULO XV
"ADÚLTEROS"
La diosa del amor, la bella Afrodita, estaba insatisfecha y arrepentida por haberse casado con el dios de las forjas, Hefesto, no lo hizo por amor o atracción física, sino simplemente por las hermosas joyas que el dios pudiera fabricarle a su esposa, así fue, Hefesto colmó a la hija de Urano con bellísimos regalos y palacios en honor a la más bella de las diosas, pero, a cambio de eso, su marido pasaba largos periodos lejos del Olimpo para dedicarse a sus trabajos y demás tareas, Afrodita estaba sola en la mayor parte del tiempo, estaba harta de esa soledad que tenía al lado de su marido, además de, que sus deseos carnales eran insoportables para aquella que era precisamente la diosa del amor, refiriéndose a la sexualidad y no al sentimiento.
Un buen día, la diosa vio llegar al dios de la guerra, Ares, si bien no tenía buen carácter y buena reputación entre los dioses olímpicos, al menos sí tenía un cuerpo por demás atlético y trabajado, su belleza y fuerza eran simplemente incuestionables, pero era un auténtico salvaje, un enfermo, así era como lo veían el resto de las divinidades olímpicas, a no ser por Afrodita, la diosa del amor no disgustaba de tales cualidades, sino todo lo contrario, ese aspecto temible que poseía el dios le atraía.
Ares recién había llegado de una de sus sangrientas guerras, la diosa no resistió al mirar aquel cuerpo atlético cubierto de sangre de los hombres, decidida, Afrodita se lanzó sobre Ares para seducirlo, pese al carácter fuerte y grosero del dios de la guerra, éste no pudo resistirse a los poderes de la diosa del amor, Afrodita quedó extasiada después de la intensa noche que había tenido con Ares, nada en comparación con lo que había tenido con su marido que no era precisamente el más agraciado del Olimpo, sino todo lo contrario, además de no poseer un cuerpo como el que sí tenía su hermano, además de que, Hefesto estaba cojo gracias a que su madre, la diosa Hera, lo lanzó del Olimpo al océano justo después de nacer.
De este modo, cada vez que Hefesto tenía que ausentarse del Olimpo para alguno de sus trabajos, Ares y Afrodita aprovechaban la situación para unirse, para evitar que los descubriera Helios, quien tenía la reputación de ser el más chismoso de todo el Olimpo, Ares le ordenó a Alectrión que esperara en la entrada, y le avisara cuando se acercase Helios con su carro, ya que, al pasar éste, se hacía de día y llegaba el dios de las forjas.
Hipnos, el dios del sueño, sospechaba ya de las andanzas de ambos dioses, pero no tenía nada confirmado, alcanzó a escuchar cuando Ares le daba las instrucciones a su secuaz, cuando este estaba solo y Ares y Afrodita estaban encerrados, el dios provocó un largo e irresistible sueño a Alectrión que se quedó profundamente dormido, Hipnos no quería que lo calificaran de chismoso, así que, lo más sencillo fue enterar a Helios para que él le contara a todo el Olimpo sobre la infidelidad de Afrodita.
En la mañana, Ares se despertó y se dio cuenta que ya había pasado Helios con su carro y Alectrión no le había alertado, en venganza, el dios lo convirtió en un gallo que, a partir de aquel momento y para toda la eternidad, gritaría al ver salir el Sol, Helios le contó inmediatamente a Hefesto lo que había visto pero éste se negó a creer en la infidelidad de su esposa, pero, desconfiado, confeccionó una red tan fina que parecía invisible y la colocó en su cama antes de partir, le había dicho a Afrodita que habría se ausentarse por un largo tiempo, apenas se había dado la vuelta cuando Ares ya había llegado, ambos dioses quedaron atrapados en la red de Hefesto, el cual llegó y los descubrió in fraganti, indignado, Helios llamó a gritos a los dioses que inmediatamente se hicieron presentes en la habitación, todas las divinidades observaron la barbarie, Hefesto se sentía humillado por tal acto, el divorcio entre Hefesto y Afrodita fue inminente, la diosa del amor era libre para seguir entregándose a la pasión con Ares.
De las constantes uniones entre ambos, nacieron múltiples divinidades, entre las que se encuentran, Anteros, que era la personificación del amor correspondido, además de ser aquel que castiga el amor que no es correspondido, Deimos y Fobos eran los acompañantes de su padre en sus batallas, éstos representaban al terror y el horror, Harmonía, diosa de la concordia, Hímero, dios de la lujuria y finalmente Eros, el dios del amor como un sentimiento.
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