Título: La Titanomaquia.
Autor: Eduardo García.
Año: 2020.
Capítulo: "Pigmalión y Galatea".
Capítulo anterior: "El Ave Fénix".
Tienda: La Titanomaquia.
CAPÍTULO LIX
"PIGMALIÓN Y GALATEA"
La Antigua Grecia ha pasado a la posteridad por sus grandiosos mitos como los que están impresos en este libro, pero, también por los talentosísimos artistas que nacieron en esa tierra, grandes arquitectos como Dédalo y artistas como Pigmalión, el protagonista de esta historia.
Los artistas pertenecían a un estatus alto dentro de la sociedad griega, inclusive, las artes formaban parte de las competencias de los Juegos Píticos que se realizaban en Delfos en honor al dios Apolo, hoy en día no se puede decir lo mismo de las artes que han caído en decadencia, no son ni la sombra de lo que fueron en el pasado.
Pigmalión era por mucho el mejor artista de la Antigua Grecia, sus estatuas eran las más bellas y cotizadas de ese tiempo, su fama se extendía más allá de las fronteras de Grecia, él no estaba casado, despreciaba a todas las mujeres, pensando que, ninguna de ellas estaría a su altura, no eran igual de bellas que las estatuas que él creaba.
El artista se emprendió en un viaje a la isla de Chipre, en el mar Mediterráneo en donde se decía, había pasado gran parte de su vida la diosa de la belleza, Afrodita, Pigmalión consiguió ahí el mármol que necesitaba para crear sus famosas esculturas, era muy exigente en este aspecto.
Pigmalión estaba decidido a crear la estatua más hermosa que se haya visto jamás, simplemente perfecta, pero, todo artista necesita una musa, una inspiración y ahí estaba el problema, las mujeres que él conocía no eran lo suficientemente bellas como para inspirarle, así que él se imaginó a la que para él sería la mujer ideal y comenzó a trabajar, mientras más avanzaba, más se enamoraba de su propia creación.
Finalmente terminó la estatua, con las más perfectas facciones y proporciones, la llamó Galatea, había caído en lo que tanto despreciaba, el amor, el artista se obsesionó con su creación así como a muchos otros artistas de otros tiempos, como lo hizo Miguel Ángel con El David decenas de siglos después.
Pigmalión abrazaba a Galatea y la besaba, incluso, la llevaba consigo a su cama para dormir con ella y no separarse de ella ni un momento, llegó el tiempo en que se celebraba un festival en honor de la diosa del amor, el artista fue hasta su templo para ofrecerle un sacrificio en su honor, una vez ahí, se le arrodilló y le pidió perdón por haber subestimado siempre al amor y sus efectos, implorándole además que le ayudara a conseguir una esposa.
La diosa del amor se conmovió con la súplica del artista y le concedió lo que le había pedido, cuando Pigmalión regresó a su casa, besó a la estatua, pero había algo diferente, sus labios no eran fríos y duros, sino cálidos y suaves, abrió los ojos y vio que Galatea había cobrado vida.
Pigmalión se sentía el hombre más feliz del mundo, agradeciéndole a la diosa con lágrimas en los ojos y de rodillas, el artista pudo casarse y vivir con su enamorada, la bella Galatea, una de las mujeres más hermosas que hayan pisado jamás el mundo.
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