Título: La Titanomaquia.
Autor: Eduardo García.
Año: 2020.
Capítulo: "Atalanta".
Capítulo anterior: "Aracne".
Tienda: La Titanomaquia.
CAPÍTULO LVI
"ATALANTA"
La bella Atalanta nació en una familia machista, su padre solo quería por hijos a los varones, al ver que se trataba de una niña, éste la abandonó en las faldas del Monte Partenio a su suerte, no importándole todos los peligros a los que se exponía la niña, pero, para la suerte de la fémina, fue criada por una osa quien la protegió hasta que ella tuvo la suficiente capacidad como para cuidarse por sí sola, entonces se invirtieron los papeles, Atalanta cuidaba ahora de su madre adoptiva de los cazadores que querían asesinarle.
La joven tenía habilidades increíbles para la caza, sus flechas le sacaron de un sinfín de importunos como cuando casi fue violada por dos centauros, Reco e Hileo que no tuvieron oportunidad, Atalanta los asesinó con dos de sus flechas, inmediatamente se hizo de fama por toda Grecia, considerada como una heroína y protectora de los desafortunados que tenían la desgracia de encontrarse con bestias en el bosque, queriendo consagrarse a la diosa de la caza, Artemisa, hizo su voto de castidad con la intención de permanecer virgen toda su vida.
Era bastante bella, todos los jóvenes y otros no tan mozos querían casarse con ella, pero, por su voto de castidad, rechazó a todos los que le pidieron su mano en matrimonio, la cazadora dijo que, quien le ganara en una carrera, podría casarse con ella, sabiendo que ninguno de aquellos podría ganarle en dicha competición.
Decenas de jóvenes perdieron la carrera contra la cazadora, pero, de tanto intentarlo, hubo uno que sí ganó la carrera y pudo casarse con ella, su nombre era Hipómenes, era apuesto, sí, pero ya había otros de las mismas características que no habían podido derrotar a Atalanta, pero, él traía consigo unas manzanas doradas, aparentemente de oro, al verlas, la joven se intrigó, pensando que quizá, eran las famosas manzanas de oro del jardín de las Hespérides, muy valoradas por aquel entonces.
La carrera empezó y el joven se adelantó, cuando veía que Atalanta iba a alcanzarlo, Hipómenes sacó de su bolsa una de sus manzanas que dejó tras de sí, cuando lo vio, la cazadora no pudo evitar la tentación y se detuvo a recogerla y se echó a correr nuevamente, cuando se le acercaba otra vez, el joven soltó otra manzana que volvió a recoger Atalanta, al final, el joven terminó por ganar la carrera, y por tanto, la mano de la bella joven.
Atalanta y su enamorado se casaron y vivieron muy felices durante un tiempo, tuvieron un hijo llamado Partenopeo, la pareja se dedicaba a la cacería, afición que compartían y desempeñaban de muy buena manera, pero, tarde o temprano, el castigo para la joven pareja no tardaría en llegar, al obtener su victoria, el joven no agradeció a Afrodita, quien le había entregado las manzanas de oro para que obtuviera su victoria contra su futura esposa, además de que, al haberse casado, Atalanta había faltado a su palabra, ofendiendo a la diosa Artemisa.
En una carrera, la pareja pasaba por la ciudad de Olimpia, donde se realizaban los juegos más famosos de la antigüedad y que aún persisten hasta nuestros días, los Juegos Olímpicos, en donde se erigía un imponente templo en honor a Zeus, la venganza de las diosas se dio en el lugar menos indicado, Afrodita provocó en los jóvenes, un insaciable deseo sexual, tan grande que no podrían escapar de él, se entregaron a la pasión en pleno templo del dios del rayo ante toda la gente ahí reunida para adorarle.
La profanación de su templo más importante hizo enfurecer a Zeus, una terrible tormenta eléctrica hacía cubrir a todos sus oídos por los ensordecedores sonidos provocados por los truenos, los recién casados se transformaron en animales de distintas especies para que, de esta manera, no pudieran volver a unirse nuevamente por su condición natural, además de no poder regresar a sus hogares por ser bestias, al intentar acercarse a una población, posiblemente serían asesinados por los cazadores, así como ellos lo habían hecho cuando tenían su forma natural, siendo el peor castigo para Atalanta quien no podía acercarse lo suficiente como para poder mirar a su hijo mientras este crecía, tal y como la osa Calisto lo había sufrido hasta que fue asesinada por su propio hijo.
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