Título: La Titanomaquia.
Autor: Eduardo García.
Año: 2020.
Capítulo: "Aracne".
Capítulo anterior: "Ese cisne es Zeus".
Tienda: La Titanomaquia.
CAPÍTULO LV
"ARACNE"
Hemos leído ya que, la arrogancia se pagaba bastante caro en la Antigua Grecia, las personas que actuaban de tal manera, recibían su respectivo castigo, es por ello que los mitos tienen una gran enseñanza consigo, todo está en saber entenderla, la diosa especialista en la materia era Némesis, de quien ya se ha hablado con anterioridad en este libro, pero unas veces otros dioses castigaban a los mortales que se atrevían a insultarlos, este es un claro ejemplo de ello.
En una antigua ciudad griega había una famosa hilandera, su nombre era Aracne y era bastante conocida por su increíble habilidad para tejer, a decir verdad, su trabajo era casi perfecto, no había nadie que se le igualara, sus trabajos bien podían pasar por obras de arte, personas de toda Grecia viajaban hasta su taller, solo para ver los trabajos de aquella mujer.
Con el paso del tiempo, Aracne se hizo arrogante y bastante pesada, perdió muchos clientes por siempre querer humillar a las personas que le rodeaban, jactándose de ser la mejor hilandera de toda Grecia, y en efecto lo era, pero, a nadie le caía bien que lo dijera a la menor oportunidad, el colmo fue cuando Aracne se atrevió a asegurar que ni siquiera Atenea podría tejer tan bien como ella lo hacía, los rumores no tardaron en llegar hasta los oídos de la diosa quien, naturalmente, se indignó por la aseveración de la mujer.
Atenea se disfrazó de una anciana común y corriente, fue al taller de Aracne que ya era mucho más grande que con el que había iniciado años atrás, los precios se habían encarecido tanto que solo la clase alta podía contratarle, Aracne trató sin saber a la diosa de una manera humillante, que no hizo más que enfurecer a la diosa, al ver que la anciana no disponía del dinero suficiente para uno de sus trabajos, Aracne se negó a trabajar para la anciana, cayendo en la trampa de Atenea le había tendido, pues la hilandera nuevamente empezó a alardear, diciendo que sería capaz de retar a la mismísima diosa de la sabiduría.
Atenea vio su momento y se quitó el disfraz de anciana y aceptó el reto de Aracne, aunque le temblaban las rodillas y no podía hablar bien, la hilandera no tuvo más remedio que ponerse a tejer para no ser ella la humillada, todo el pueblo se reunió en el taller de la mujer, todos estaban estupefactos al ver a la diosa en todo su esplendor, Atenea terminó un hermoso bordado que representaba su victoria sobre Poseidón para apropiarse de la ciudad de Atenas, por su parte, Aracne tejió sobre las infidelidades de Zeus, cuando se transformó en un toro para poder raptar a Europa.
Al ver lo que había tejido, Atenea se enfureció y bofeteó a la hilandera, el concurso había quedado atrás, Aracne había ofendido gravemente al rey de los dioses y su hija no lo iba a pasar por alto, al ver la furia de la diosa, Aracne corrió hasta que salió del pueblo e intentó colgarse de un árbol, pero la diosa le dio alcance y no dejó que se suicidara, sino que la transformó en un horrible animal.
Aracne se había convertido en una araña, que pasaría toda la eternidad tejiendo su casa, lamentándose de su arrogancia y su ofensa contra los dioses, desde entonces, esa es la característica más distintiva de esos animales que tomarían su nombre a partir del de Aracne, la mejor hilandera de la historia, pero que cayó presa de sus propias palabras y acciones, en cuanto a su bello tejido, Atenea lo destruyó para que no quedara evidencia alguna de la ofensa contra su padre.
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