La Titanomaquia | Capítulo XXV

   Título: La Titanomaquia.

Autor: Eduardo García.

Año: 2020.

Capítulo: "El oráculo de Delfos".

Capítulo anterior: "Licaón".

Tienda: La Titanomaquia.

CAPÍTULO XXV

"EL ORÁCULO DE DELFOS"

El Oráculo de Delfos fue el lugar más relevante de toda la antigua Grecia, su importancia era incuestionable, miles de viajeros de todas partes de Grecia, Turquía, Francia e inclusive del norte de África peregrinaron hasta él para obtener respuestas, el oráculo emitía sus predicciones con una precisión asombrosa, gracias a ello se ganó el respeto y admiración de todo el mundo griego. 

El oráculo era parte de una ciudad que era un importante punto de reunión para los griegos, sin lugar a dudas, la edificación más importante era el Oráculo de Delfos, los visitantes hacían un largo y peligroso viaje hasta el oráculo con la esperanza de que Apolo les revelara el futuro y, de esta manera, saber qué decisiones tomar y cuáles no, debido a esto, el oráculo se convirtió en un importante centro político y religioso. 

Los griegos antiguos creían firmemente que el lugar en el que se situaba Delfos era el ‘ombligo del mundo’, ya que, un día, Zeus mandó a volar dos águilas, una del lado izquierdo y otra del derecho, las aves volaron por todo el mundo en línea recta, dándole la vuelta al mundo, las águilas chocaron entre sí, cayendo justo en aquel lugar, una prueba inequívoca de que se trataba del ‘ombligo del mundo’. 

Múltiples reyes de la antigüedad viajaron hasta el oráculo para firmar actos de paz públicamente, o bien, declarar la guerra, todo dependería de la predicción que las sacerdotisas daban, todos los sucesos relevantes de la antigua Grecia y sus alrededores fueron claramente influenciados por el oráculo, sus predicciones eran completamente indiscutibles, en agradecimiento, reyes enviaban hasta Delfos lujosos regalos que adornaban el templo. 

La sacerdotisa realizaba un ritual inhalando gases, bañándose en el río sagrado y masticando laurel, el dios Apolo le revelaba el futuro a la mujer que entraba en trance, hablaba en un lenguaje completamente extraño, emitía sonidos incomprensibles, un sacerdote era el encargado de interpretarlos para así emitir la predicción, el resultado siempre era metafórico, no era directo, por lo que, no se comprendía tan fácilmente, lo que provocó que muchas personas interpretaran mal el resultado que daban las sacerdotisas. 

Pero Delfos no era un lugar reservado únicamente para Apolo, ahí también era adorado Dionisio, durante nueve meses, los sacrificios y rituales eran dedicados al dios de la música, mientras que, en el invierno eran para su hermano, para éste último se hacían los más extraños y pervertidos sacrificios, abusando completamente del vino, un símbolo de Dionisio, las mujeres subían hasta una cueva del Monte Parnaso para dejarse llevar por los más bajos deseos carnales, que en la antigua Grecia no eran mal vistos, mucho menos si eran dedicados a un dios olímpico. 

Delfos era un lugar enigmático y misterioso, tenía una vibra especial, mística, como pocos lugares en el mundo lo tienen, en sus mejores años, fue un lugar elegante y esplendoroso gracias a los lujosos regalos de los visitantes, que en su mayoría eran reyes, pero, también era ampliamente reconocido por ser la sede de los juegos píticos, parecidos a los juegos que se realizaban en Olimpia, es decir, los juegos olímpicos. 

A diferencia de los Juegos Olímpicos, los píticos no se limitaban únicamente a los eventos deportivos, sino también se premiaba a las artes y al intelecto, en la ciudad existía un enorme estadio, de los primeros que se construyeron en el mundo, ahí los atletas de toda Grecia se reunían para competir en múltiples eventos deportivos, los ganadores eran premiados con una corona de laureles, como la que siempre portaba Apolo, esto era, para los antiguos griegos, un gran honor, más aun estando en la ciudad sagrada del dios de la música, las competiciones artísticas se llevaban a cabo en un imponente teatro en uno de los extremos de la ciudad, estos juegos se realizaban cada cuatro años. 

La grandeza e imponencia de Delfos lo ha llevado a ser reconocido mundialmente como uno de los lugares más influyentes de toda la historia de la humanidad, durante más de mil años, entre sus paredes se decidieron los asuntos más importantes de la época, millones de vidas dependieron de las predicciones del oráculo, para los antiguos griegos fue un lugar en el que podían estar cerca de sus dioses, tratar de entenderlos y actuar de la mejor manera para hacer su voluntad, no importando el largo camino que había que recorrer para llegar a él, ir a Delfos era un proyecto de vida, todo griego tenía que aspirar a visitarla algún día, quizá no a pedir una predicción, pero sí a competir en los juegos píticos, lo cual daba un excelente estatus en la sociedad antigua. 

En estos tiempos la sabiduría era un don, fueron múltiples los griegos que dedicaron su vida a pensar en el sentido de la vida misma, el Oráculo de Delfos tenía un lema que dio origen a incontables debates entre los hombres más eruditos de todos los tiempos, a la entrada del oráculo se podía leer la inscripción “Conócete a ti mismo”, para obtener la sabiduría, especialmente la filosófica, es completamente necesario conocerte a ti mismo antes que a nada.