Título: La Titanomaquia.
Autor: Eduardo García.
Año: 2020.
Capítulo: "El nacimiento de Zeus".
Capítulo anterior: "El origen".
CAPÍTULO II.
"EL NACIMIENTO DE ZEUS"
Durante el reinado de Cronos, la creación vivió como nunca, no había necesidad de trabajar la tierra, por sí sola crecían los alimentos suficientes para todos, tampoco había reglas qué seguir porque éstas no eran necesarias debido a su intachable comportamiento, la armonía era tal que las bestias vivían sin conflictos de ninguna índole, a este periodo de paz se le llamó “la era dorada”, pero no duraría mucho pues, la calamidad y muerte estaban a punto de llegar, una gran guerra estaba por desatarse y nada volvería a ser como en aquellos días en que la madre tierra era benévola con la creación y nada les hacía falta, ellos vivían mejor que los dioses, aunque no gozaban del poder que sí tenía Cronos, al menos tenían tranquilidad, sustento y paz, mientras que las deidades vivían aprisionadas por el nuevo tirano, Cronos se había convertido en un gobernante tal como lo había sido Urano, no solo se había convertido en el más tirano de los gobernantes, sino también en el más paranoico, que lo condujo a convertirse en un ser vil y despreciable dejándose manejar por sus miedos.
Sin saberlo, Cronos había cometido un terrible error al encerrar a sus hermanos en el Tártaro, haciendo enfurecer a su madre, pasó el tiempo y el nuevo amo del universo decidió tomar por esposa a su hermana Rea, se unió a ella y fue ahí cuando Cronos cometió la peor de las calamidades, incluso peor que las que había cometido Urano contra sus propios hijos, pues sus padres, Gea y el dios del cielo, le revelaron a Cronos que él estaba condenado a sufrir el mismo destino que su padre, sería traicionado y derrocado por uno de sus hijos, al saber tal cosa, Cronos decidió devorar a todos sus hijos apenas hubieran nacido, esto le provocó un inmenso dolor y pena a Rea, quien decidió pedirle consejo a su madre, Gea, sobre cómo derrocar a Cronos y liberar a sus hijos, ambas conspiraron contra Cronos, Rea estaba embarazada de Zeus, el bebé estaba condenado a ser comido por su padre, pero su madre no permitió que eso sucediera, decidió engañar a Cronos, fingió los dolores del parto, después, envolvió piedras entre sábanas, Cronos lo devoró de un solo bocado, confiado en que, en realidad se había comido a su propio hijo, pero, Zeus logró escapar a tan cruel y despiadado destino, Rea le entregó su vástago a las ninfas que lo criaron a escondidas en las cuevas de la isla de Creta.
Para hacer más creíble este acto simulado, Rea fingió dolor y lloró desconsolada, para no levantar sospechas en su esposo y hermano, que había caído en la trampa tendida por su esposa, las lágrimas que brotaron de los ojos de la madre sí fueron reales, pero no fueron de dolor, sino de alegría al saber que su hijo seguía con vida, crecería y algún día lograría derrocar a su padre Cronos, cumpliendo con la maldición de Urano.
Zeus, mientras tanto, fue criado por las ninfas del bosque y amamantado por la cabra Amaltea, para evitar que el llanto del niño llegara a los oídos de Cronos, las ninfas hacían chocar escudos entre sí y gritaban para lograr disimular el sonido, cubrieron la cueva con flores y frutos para hacer el lugar más agradable a la vista, un día, mientras el joven dios jugaba, accidentalmente rompió uno de los cuernos de Amaltea, para compensarla, bendijo al cuerno, para que, de ahí en adelante cualquiera que poseyera el cuerno tendría todo lo que desease, no tendría necesidad de nada pues el cuerno le proveería de todo el sustento necesario para subsistir, el cuerno de la abundancia pasó a ser propiedad de muchas personas a lo largo del tiempo, siendo considerada como un símbolo de riqueza y prosperidad por la promesa hecha por Zeus.
Los años pasaron y el joven dios fue educado por un águila que recorría el mundo entero para enterar a Zeus sobre los acontecimientos y novedades, él no conocía cómo es que había terminado en Creta hasta que, cuando era adulto, se le reveló su verdadera identidad y procedencia, lo que hizo enfurecer al dios, guiado por el odio hacia su padre, comenzó a tramar un plan para lograr vencer a Cronos y liberar a sus hermanos del terrible castigo al que habían sido condenados de recién nacidos.
Zeus buscó al titán Océano, él le entregó al dios una pócima que debía de ingerir Cronos, le haría tal daño al titán que lo obligaría a vomitar a sus hijos, los dioses olímpicos que habían pasado todos esos años dentro del estómago de su padre, Zeus, decidido a llevar a cabo su plan, se dirigió a donde moraba Cronos, se disfrazó de un lacayo y persuadió al titán para que bebiera la pócima que le había entregado Océano, diciéndole que se trataba de un néctar de tal calidad que solamente era digno del amo y gobernante de cuanto existe, Cronos lo bebió y sintió náuseas, vomitó a sus hijos, Deméter, Hera, Hades, Hestia, Poseidón y las piedras que le había dado a comer Rea simulando el cuerpo de Zeus cuando éste era bebé.
Confiado al ver a sus hermanos dioses, Zeus reclama el trono para sí mismo, pero no sería nada fácil conseguirlo, para ello, debía de combatir contra el temible titán Cronos y sus aliados, una batalla sin precedentes en la historia del universo, la batalla entre los dioses olímpicos y los titanes, la batalla más asombrosa que se haya visto jamás o que se vaya a volver a ver, la guerra entre estos seres tan poderosos pasó a llamarse ‘La Titanomaquia’ la guerra por la soberanía del universo, el caos y la muerte se apoderaron del mundo, la Tierra se sumergió en una época de violencia y destrucción, pero, sin embargo, en la más épica de las luchas.
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