Título: La Titanomaquia.
Autor: Eduardo García.
Año: 2020.
Capítulo: "Eros y Psique".
Capítulo anterior: "Atalanta".
Tienda: La Titanomaquia.
CAPÍTULO LVII
"EROS Y PSIQUE"
Afrodita, la diosa del amor le fue infiel a su marido original, el dios de las forjas, Hefesto, con el dios de la guerra, el temible Ares, de la unión entre la polémica pareja de dioses olímpicos nació, entre otros, Eros, de quien ya se ha escrito anteriormente en este mismo libro, él era el dios del amor, con sus flechas era capaz de provocar un amor tanto legítimo como irresistible, así como provocar el más férreo de los rechazos, este es nombrado como Cupido en la mitología romana, pero hace referencia a la misma divinidad que tenía la peculiar característica de tener cuerpo de niño aunque no lo era más.
Psique era una hermosa princesa de Anatolia, su belleza era tal que, incluso los hombres se atrevían a compararla con la propia Afrodita, hubo quienes renunciaron al culto por la diosa y, en su lugar, rendírselo a la princesa, como era de esperarse, la noticia no le agradó en lo absoluto a Afrodita quien se indignó y enfureció, para vengarse de ella, mandó que su hijo, Eros, la flechase para que ella se quedara perdidamente enamorada del más feo que se encontrara, no sin antes flechar al susodicho para que sintiera repulsión por ella, sería el ridículo y hazmerreír de todos, regresando el culto a la diosa de la belleza.
Eros fue pues hasta el palacio de la hermosa princesa, pero, cuando estuvo frente a ella nada pudo hacer, el dios había quedado perdidamente enamorado de Psique cayendo en su propio juego, no flechó a la princesa como Afrodita le había ordenado sino que disparó hacia el mar, anulando sus efectos, cuando la noche cayó, Eros raptó a la bella princesa con mucho cuidado para que nadie le observara, en especial el dios Helios quien ya había terminado sus labores diarias que constaban en conducir su carro para alumbrar el mundo con su luz.
Eros llevó a la princesa hasta su palacio y la hizo su esposa, pero, el dios jamás se dejó ver el rostro por su enamorada, solamente cuando era de noche y estaban en la completa oscuridad, pero eso no le importaba a la joven princesa, era lo bastante feliz y estaba tan enamorada de Eros, que no le importaba no poder mirarle el rostro.
Psique extrañaba a sus hermanas y al resto de su familia y amigas, le pidió permiso a Eros para que le dejase regresar con ellos a visitarles, pero el dios se lo negó, ante la insistencia de su esposa, el hijo de Afrodita terminó por aceptar la petición de su esposa y le dejó ir a su antiguo hogar, pero no sin antes advertirle que no le debía revelar a nadie con quien estaba casada ni nada de lo que sucedía en su palacio, pues eso provocaría su separación, Psique aceptó las condiciones y fue a visitarles.
Las hermanas y amigas de la princesa le tenían envidia, ella lo sabía perfectamente, era normal, Psique era muchísimo más bella que ellas y ahora estaba casada con un dios, ellas le envenenaron la mente, diciéndole que debería de ordenarle a su marido que le mostrara su rostro, quizá la había engañado y no se trataba de un dios, sino de una horrible bestia.
Cuando se hizo de noche, Psique tuvo que regresar al palacio de su esposo, después de una intensa actividad sexual, el dios se quedó dormido, la curiosidad no dejaba en paz a la princesa, quien tomó una lámpara de aceite y la encendió para alumbrar, acercó la luz al rostro de su marido para poder ver si se trataba o no de una bestia como le habían dicho sus hermanas mayores, pero no, lo que vio fue al rostro del dios del amor, uno de los más bellos del Olimpo, tallado por los mismos dioses, literalmente, la princesa quedó aún más enamorada de su esposo y el deseo se reavivó en ella.
Quiso acercársele para besarlo, pero, una gota del aceite le cayó en el rostro a Eros, se despertó y viendo de lo que se trataba, salió volando del palacio para no volver jamás, la princesa se entristeció y lloró y lloró, no paró de llorar y lamentarse por haber desconfiado y perdido al gran amor de su vida.
En medio de su desesperación, Psique le imploró a su suegra, la diosa Afrodita que le ayudara para que su hijo le perdonara, la diosa la odiaba intensamente, quería verla muerta, pero que no pareciese que su culpa, a cambio de su ayuda, Afrodita le impuso tres retos a la princesa, los retos eran tan difíciles que eran prácticamente imposibles de cumplir.
Afrodita retó a Psique a que le trajera el tan famoso vellocino de oro, el licor del lago infernal y el carro de prosperpina, eran tan difíciles de cumplir que la princesa se entristeció aún más y siguió llorando, pero, no le quedó más que ir a por ellos, descendiendo hasta el propio Inframundo para salir de él con el carro.
Sabiendo que se trataba de una trampa de Afrodita, Hades permitió el acceso a la princesa al Inframundo para cumplir con el reto, puesto que, si un mortal conducía el carro, este se volvería inmortal, un castigo eterno para la diosa de la belleza, que no era precisamente del agrado del amo del submundo, cuando la princesa salió del Tártaro con el carro, Afrodita se quedó estupefacta, no podía creer lo que miraba, pero no le quedó de otra y cumplió con su palabra.
La propia Afrodita convenció a su hijo, el dios Eros, para que perdonara a su esposa, él aceptó y volvió a reunirse con Psique, ahora ambos eran inmortales y podían amarse sin ninguna clase de atadura, pues la diosa había aceptado su matrimonio, el Olimpo se vistió de gala, todos los dioses se reunieron para celebrar la unión de los enamorados que volvieron a casarse, ahora no a escondidas sino delante de todo el mundo, sin tener que ocultarse de nada ni nadie.
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