Título: La Titanomaquia.
Autor: Eduardo García.
Año: 2020.
Capítulo: "La maldita Lamia".
Capítulo anterior: "El diluvio griego".
Tienda: La Titanomaquia.
CAPÍTULO XLIV
"LA MALDITA LAMIA"
Lejos de Grecia, en el reino africano de Libia una hermosa reina ejercía su gobernanza sobre todos los pobladores, su nombre era Lamia, hija del dios de los mares, Poseidón, la reina fue admirada tanto por mortales como por los dioses, en especial por uno, Zeus, el rey de los dioses hizo de Lamia una amante más, engendrando hijos con él.
Rápidamente el rumor del engaño llegó hasta los oídos de la esposa, al enterarse, la ira de Hera no se hizo esperar, furiosa, maldijo a la bella reina africana convirtiéndola en un monstruo, no quedó rastro de su característica belleza, sus piernas habían sido reemplazadas por la cola de una serpiente, el resto de su cuerpo seguía siendo humano.
La despechada Hera estaba decidida a provocarle el mayor daño posible a su rival, provocando que la reina asesinara a sus propios hijos, Zeus no hizo nada por impedir que la tragedia sucediera, Lamia, conducida por la maldición de la diosa, asesinó con sus propias manos a sus hijos, de la manera más cruel y despiadada que se te venga a la mente, el recuerdo fatal de sus hijos muertos le acompañaría para siempre, no olvidaría jamás las palabras, los gestos, los gritos, las súplicas, todo quedaría grabado en la memoria de Lamia.
Pese a todo el daño que había provocado y al inmenso dolor que tenía su rival, la diosa Hera seguía insatisfecha, maldijo a la reina para que no pudiera cerrar los ojos jamás, y de esta manera, permaneciera siempre con las terribles escenas del asesinato de sus hijos.
Lamia vagó por toda África lamentándose por haber asesinado a sus propios hijos, a su paso, la bestia sembró el terror, la muerte y la desgracia, asesinando a un sinnúmero de bebés, la criatura no tenía descanso.
Zeus trató de ayudarla, de manera que tuviera la facultad de desprenderse los ojos sin consecuencia alguna, solo así la bestia logró olvidar el recuerdo de sus hijos muertos, pero las atrocidades de la bestia no se detuvieron, la desgracia siguió tocando a la puerta de las familias que perdieron a sus integrantes más jóvenes, en especial a los recién nacidos, la criatura fue temida por todo el mundo antiguo, relacionándose con otra criatura de características bastante similares, Lilith para la religión judeocristiana.
En toda Grecia se temía a la criatura, invocando a la diosa Hera para que los protegiera de aquella criatura a la que ella misma había obligado a convertirse.
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